26 de mayo de 2008

LA ESTRUCTURA DEL MISTERIO

(Hola a tod@s, pediros disculpas por mi ausencia en clase pero bueno... c´est la vie. Aquí os hago un resumén de la técnica complementaria que debiamos ver con el género de terror y el género negro, que tocaría estas semana. Recordad que con el terror era también un asunto de ritmo y con el negro nos tocaban los narradores y su forma de dosificar la información aplicada a la estructura del misterio. Esto como no lo habiamos dado, aquí os lo transcribo para que lo probeís en vuestros textos. Espero que este clarico si no poned vuestras dudas aquí. Espero que nos veamos muy pronto)



La curiosidad, la preocupación, el morbo, la inquietud… todos esos sentimientos establecen tres formas posibles de conectar con el lector de una historia, mediante tres métodos que los escritores del género negro y del terror conocen bien: el misterio, el suspense y la ironía dramática. Pero ¡atención! No debemos confundir estos términos con géneros, puesto que solo dan nombre a las relaciones que se establecen entre el público y las historias, relaciones que varían según la manera de mantener su interés.





(Por mucho que dijerán, para mí esta mujer era gafe)



Misterio



El misterio significa crear interés sólo por medio de la curiosidad. Creamos interés para además disimular los datos explicativos, en particular los datos de la trama. Provocamos curiosidad en el público, puesto que él sabe menos que los personajes, sobre esos acontecimientos del pasado, motivamos a los espectadores y entonces de manera deliberada, mantenemos el desconcierto ofreciendo una “pista falsa” para que crean o sospechen hechos equivocados, despistándolos, llevándolos por otras direcciones, mientras ocultamos los verdaderos hechos.

Esta técnica de provocar interés diseñando un juego de pistas y sospechosos falsos, de confusión y curiosidad, sólo complace, normalmente, al público del género policiaco o del thriller de terror (Scream, se que lo hicisteis el último verano… las del tipo ¡alguien ha matao a alguien, alguien es un asesino…), que a grandes rasgos cuenta con dos subgéneros, el misterio cerrado y el misterio abierto.



El misterio cerrado sigue el formato de las novelas de Agatha Christie y Patricia Highsmith. Se comete un asesinato en la trama que no vemos en escena. La principal convención es plantear “¿Quién lo hizo?”, y consiste en contar con múltiples sospechosos. El escritor debe desarrollar por lo menos tres posibles asesinos que confundan constantemente al público para que sospeche de la persona equivocada, que sigue la pista falsa mientras se oculta la identidad del verdadero criminal hasta el clímax.



El misterio abierto, es en el qué el público ve como se comete el asesinato y por lo tanto sabe quién lo hizo. La historia se convierte en “¿Cómo conseguirá nuestra protagonista atrapar al criminal?”, (¿os acordáis de “Se ha escrito un crimen” con Jessica Fletcher?) y el escritor sustituye los sospechosos múltiples por una multitud de pistas. El asesinato debe ser un crimen muy elaborado (añado, muy elaborado) y aparentemente perfecto, un esquema complejo que implique diversos pasos y elementos técnicos dignos del C.S.I.

Pero el lector sabe que, según las convenciones de este subgénero, uno de esos elementos representa un terrible error dentro del proceso lógico. Cuando el protagonista llega a la escena del crimen sabe de forma instintiva quién lo ha cometido y analiza las diferentes pistas buscando ese error hasta que lo descubre y se enfrenta al arrogante asesino del supuesto crimen perfecto, quien confiesa espontáneamente (a mí siempre me ha encantado esa escena).



En el género policiaco el asesino y el detective conocen los hechos antes de que se produzca el clímax, pero no los divulgan. El público corre detrás de ellos intentando descubrir lo que los personajes clave ya saben. Obviamente, si pudiéramos ganar esa carrera nos sentiríamos perdedores. Intentamos adivinar el quién y el cómo, pero queremos que la maestría del detective ideado por el escritor nos supere.







(Seven, ese piazo de final. Por su culpa me cargue el asiento del cine)



SUSPENSE



El suspense juega con la curiosidad y preocupación. El noventa por ciento de las historias provocan interés de esta manera, sean comedia o drama. No obstante, en el suspense, la curiosidad no se relaciona con un hecho sino con el resultado. El resultado de una película policíaca es siempre el mismo. Aunque no sepamos quién o cómo, el detective atrapará al asesino y la historia acabará “bien”. Pero los relatos de suspense pueden acabar “bien”, “mal” o con ironía (con sabor agridulce para que me entendáis).

Los personajes y los lectores avanzan juntos de la mano o través del relato y comparten el mismo conocimiento. El lector descubre las explicaciones cuando las descubren los personajes. (cada vez que pienso en esta técnica me acuerdo de la escena final de Seven) Pero lo que no sabe nadie es “¿Cómo acabará todo esto?”. En esta relación sentimos empatía y nos identificamos con el protagonista, mientras que en un filme policíaco puro nuestra implicación se limita a la simpatía (ojo, y me pongo pesado lo que haga falta, no es lo mismo empatía que simpatía). Los grandes detectives suelen ser encantadores y agradables, pero nunca nos identificamos con ellos porque son demasiado perfectos y nunca se encuentran con un verdadero peligro. Las historias policíacas que juegan con este arquetipo de personaje principal son como juegos de mesa, un entretenimiento para la mente.







(El comienzo de "el crepusculo de los dioses", afirmo lo que dijo Trueba, Wilder es dios)



IRONÍA DRAMÁTICA



La ironía dramática produce interés principalmente a través de sólo la preocupación, eliminando la curiosidad sobre los hechos y las consecuencias. Dichas historias a menudo comienzan por el final y de forma deliberada desvelan el resultado. La ironía dramática es un juego en el que, el lector sabe más que los personajes. Se llama así, ironía, puesto que para lograrla debemos quebrar un principio de verosimilitud y de tiempo, realizar un adelantamiento para que el lector sepa lo que va a ocurrir.

(Os acordaís de la peli de American Beauty en la que ya sabes que el prota va a morir, o bueno, el principio de cien años de soledad).

Cuando al lector se le transfiere una superioridad pseudo divina que le permite conocer los acontecimientos antes de que se produzcan, su experiencia emocional cambia. Lo que en el suspense es ansiedad por el resultado y temor por el bienestar del protagonista, en la ironía dramática se convierte en miedo por el momento en el que el personaje descubra lo que ya sabemos y en compasión hacia alguien que vemos que se dirige hacia el desastre.

No creas que conseguir, que el lector perciba la ironía dramática no acaba con toda la curiosidad. El resultado que se obtiene al mostrar al público lo que va a suceder es que se pregunte “¿Cómo y porque hicieron estos personajes lo que ya sabemos que hicieron?”. La ironía dramática anima a los espectadores a analizar con mayor detenimiento las motivaciones y las fuerzas causales que operan en la vida de los personajes. Por eso a menudo disfrutamos de una buena película al verla por segunda vez, en ese momento jugamos con la ironía dramática. No solamente adaptamos las emociones de la compasión y del temor, sino que nos sentimos liberados de la curiosidad sobre los hechos y el resultado, lo que nos permite concentrarnos en las vidas internas, esos momentos inconscientes y en el funcionamiento sutil de la historia que estamos observando.



No obstante, ten en cuenta que no vamos a encontrar ninguna historia, que se preste a un método de los tres expuestos de manera pura, lo normal es que estas tres estrategias narrativas se intercalen. Bueno si el escritor puede hacerlo.



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